domingo, 14 de diciembre de 2008

Ningún valor como la vida

Hasta aquí he reflexionado sobre los valores humanos que transmitimos y que precisamente son los que nos califican y definen.
Me he detenido en los útiles, vitales, lógicos, estéticos, éticos y religiosos; valores que todos quisiéramos incorporar a nuestra vida.
Pero entre todos aquellos positivos, que edifican y forman nuestra mente y nuestro corazón, ninguno tan valioso como la propia vida.
Y la vida somos cada uno de nosotros, formando parte de la Historia Universal. Nuestra vida es lo más excelso, bello y amable que, por lo sublime de su destino, se convierte en algo impagable, a lo que hemos de conceder la máxima estimación.
Nuestra vida, que es la suma de todos los valores que atesora, nos está pidiendo todo nuestro amor y dedicación.
Yo aspiro a darle a la vida, en solidaridad con todos los hombres, cuanto afecto y ternura sea capaz de generar mi corazón.