sábado, 30 de diciembre de 2006

El almendro feliz

Yo conocí un almendro
que nació solo, un día,
de una pequeña almendra
que en la tierra caía.

En un tiesto pequeño
que en mi terraza había
una alegre mañana
descubrí que vivía.

Y empezó la aventura
preciosa de su vida,
dando alegría a todos,
pues a todos quería.

Yo le abrí el corazón
y con las manos mías
le di, con gran amor,
el agua que bebía.

Y, poco a poco, él
crecía y crecía,
y por cada ramita
la bondad le salía.

Al abrir la mañana
y al declinar el día,
una charla animada
con él yo sostenía.

Y me contó, lo triste
que tan solo, vivía
lejos de los almendros
amigos de su vida.

Movido por su pena
yo me lo llevé un día
a un almendral florido
que amable lo acogía.

Y fue en La Fregeneda
donde feliz vivía;
pues se cubrió de flores
y a los hombre daría
almendras suculentas
para alegrar su vida.