martes, 30 de enero de 2007

Año nuevo (2)

"Año nuevo que naces como niño pequeño, y vienes a la vida alegre y bullanguero yo sé, tierno retoño, que pronto serás viejo".
I. M.
Cada año que nace, trae a nuestra vida resonancias de futuras vivencias. Ellos vienen y se van como las alegrías y las penas.
El Nuevo Año siempre llega a nosotros lleno de inquietudes y de incertidumbres. Porque,¡cuántas y cuales serán las sorpresas que nos tendrá reservadas el devenir de sus días!.
El Año Nuevo siempre mueve a reflexión, para descubrir los errores cometidos en el año anterior, y prevenirlos en el venidero. Porque siempre se puede mejorar la vida; y no solamente la propia, sino también la del entorno, la de los demás, porque ellos quieren compartirla con nosotros. La vida, llama, cada momento, a una solidaridad generosa. Y es una llamada que debe implicar a todo hombre.
Los años dan la medida del tiempo en la vida del hombre, y le van mostrando las vicisitudes de su historia terrena y temporal. Ellos comparten con nosotros las primaveras, los veranos, los otoños y los inviernos que vivimos en nuestro interior.
Los años, que nacen nuevos y mueren viejos, son los espacios que el hombre puede vivir, durante el tiempo que le concede el Autor de la Vida. Pero cuando se acaba el plazo de esta peregrinación, porque llegamos a la meta de la recta final, entonces los años se desvanecen "el mar de lo eterno.
Urge sembrar el bien en el camino que recorremos cada día del año, desde la salida del sol hasta su ocaso, con la mente, el corazón y las manos abiertos para todos los que nos sigan: ricos o pobres, inteligentes o ignorantes, grandes o pequeños, pero al fin, personas del mismo barro que nosotros. Los que venga detrás, recogerán gozosos el fruto de la bondad que nosotros quisimos derramar en la vida, para que ellos puedan gustarla.
Este Año Nuevo que estamos viviéndolos mueve a todos a felicitarnos los unos a los otros, pero yo pienso que la mejor felicidad, y es lo que deseo para todos, es que nos sintamos con un corazón nuevo, libre, valiente, que sea capaz de amar y perdonar siempre, todo y a todos. Esto es lo que pide todo corazón humano.