sábado, 27 de enero de 2007

El prodigio de la primavera

La primavera es el hada prodigiosa que todo lo viste de alegría y belleza. Ella nos muestra en la Naturaleza el primor de su obra, cuando la renueva con sus manos mágicas.
Año tras año, viene a nuestra vida. Nunca falta a la cita que tiene con nosotros. Porque, cada año tiene su primavera; como también nosotros, que somos distintos cada año. Estamos sometidos a una renovación permanente: se renueva el corazón, y el pensamiento, y la palabra, y las células, todas, de nuestro ser. Así, pues, la primavera, encuentra un mundo nuevo dentro de nosotros. Vivimos experiencias nuevas, nos sentimos diferentes y se aviva nuestra sensibilidad. Así, en cada primavera nacen nuevas flores.
Los hombres interiorizamos los prodigios de la primavera, aunque los veamos, cada uno, con una mirada diferente: el joven la recibe exultante de gozo, porque su vida florece al unísono con ella.
El niño se llena de asombro ante su llegada, mientras juega en el camino por donde pasa, ofreciendo plenitud de vida y de belleza.
Al hombre adulto, las primaveras se le meten en el alma, donde se dan cita una tras otra, recordando cada una la nostalgia de la anterior.
Y al anciano, cada primavera le anuncia el otoño venidero, con las flores marchitas, y le recuerda las hojas que se le cayeron en el anterior, de todas las ramas de su vida.
Hay una primavera para cada año, y para cada persona y, si quieres, cada día tiene su primavera, y hasta cada momento, porque la primavera es la luz misteriosa que alumbra al alma.
Cada primavera visita al poeta de una forma muy especial, y le comunica esas dos cosas que ella es: vida y belleza; y también esperanza.
Sí, cada primavera es una siembra de esas tres cosas, y el poeta las vive y las
canta desde la tierra honda de su sensibilidad. Porque la primavera es una dama
eternamente joven, que tiene unos labios llenos de gracia y galanura, y hablan a
aquello que tiene cada ser de eterna juventud. ¡Bienvenida seas,
primavera, a la vida de los hombres! Siempre despertarás en el alma la luz de la
alegría, y en el corazón abrirás las rosas del Amor, que es la raíz de la Vida.
La primavera/ de verde claro/ es una niña / de quince años. Ella despierta/ siempre soñando/ horas felices/ para el verano. La primavera/ viene cantando/ por la colinas/ y los collados. Cruza los mares/ y los regatos;/ todo lo toca/ su bella mano. Luego conversa/ con los naranjos,/ que la reciben/ de rosa y blanco. La primavera/ viene saltando/ por los caminos/ y los barrancos. Ella se ha puesto/ su traje guapo;/ es una niña/ de quince años. Cantan las flores,/ también los pájaros,/ mientras los niños/ siguen jugando.