domingo, 28 de enero de 2007

Los pastores de Belén

Los Pastores de Belén fueron los hombres más afortunados de la tierra, por los acontecimientos inauditos que su vida les permitió conocer. Porque no hay nada comparable y tan portentoso como el ver nacer al Hijo de Dios; un Dios, que no encontró delicia mayor para El, que humanizarse en un niño, como cualquiera de los que nacen cada día. Y ver bracear y pernear, llorar y reír, que es la primera manifestación humana, a todo un Señor de la Vida, para los Pastores sería, sin duda, inefable y sobrecogedor.
El Niño Dios quiso formarse del mismo barro de los hombres, en quienes el Padre tiene sus complacencias, viniendo a la vida, en la total precariedad, necesitado de todo como cada niño que nace.
La gran lección de los Pastores es la fe que nos transmiten a los que a través del
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tiempo vamos a creer en ese Niño que nació en Belén. Ellos reciben, del Ángel del Señor, el anuncio del nacimiento "de un salvador, que es Cristo Señor". Oyen esta Palabra, refrendada por " una multitud del ejército celestial", que da gloria a Dios y expresa a los hombres su deseo de paz.
Los Pastores han escuchado la Palabra que Dios les envía por el Ángel, la han acogido y han creído en ella. Y no solamente la han hecho motivo de su fe y vida de su vida, sino que se han puesto en marcha y van abriendo un camino para llegar a ^conocer a su Dios, al que rinden su corazón. Su fe queda confirmada, y regresan, ofreciendo al mundo su testimonio, alabando y glorificando a Dios.
Este ejemplo que nos dan los Pastores, es la mejor invitación a que los creyentes abramos nuestros oídos al mensaje de la Palabra de Dios, y a que la acojamos en nuestro corazón, para que se pueda llenar nuestra vida de la paz, el amor y la alegría que ese Niño, Dios y hombre, nos trajo para todos.
¡¡Felices Navidades!!