martes, 30 de enero de 2007

Desde Monleras

Hace pocas horas he llegado a este pueblo de Monleras y termino de dar un paseo por el entorno, con mi hijo Paco. Ha sido una ronda de lo más agradable; se palpaba la tranquilidad y se percibía la caricia del frescor de la tarde y el silencio denso de la campiña: un encinar inmenso que avanza, camino de Portugal.
Es curioso, pero desde lejos se veía la casa de Paco, recién estrenada, que se levanta sencilla y hermosamente pulcra.
Todo el paseo ha sido placentero y saludable. Hemos pasado por El Santo, campo de prado, que preside una gran charca, casi colmada de agua. Se sentía uno atraído, y también acogido por todo aquello, que nos llevó al embalse de La Almendra, pequeño mar de esta provincia nuestra.
Regresamos despacio, contemplando todo. Me llenaron de asombro la cantidad de nidos de cigüeña, encaramados encima de los árboles por toda aquella zona. Pero los nidos estaban vacíos, porque ya habían cumplido su misión este año, y esperaban otro más, a que las aves los visiten y les den calor.
También me ha impresionado la frondosidad de los fresnos que bordean la carretera del Monte, a la que sombrean densa y gratamente. ¡Una maravilla!. Quiero decirle, desde aquí, a Don Avelino y a Juanje Delgado, amigos míos, que soliciten del Ayuntamiento el cambio de nombre de esa carretera, por el de "AVENIDA DE LOS FRESNOS", como homenaje a su hermosa fronda.
Esto sólo es un apunte del entorno. Pero Monleras, sin duda es mucho más. Es su estructura y sus gentes, con toda su riqueza espiritual, su generosidad, su sentido de la acogida y de la aceptación. Además de todo lo que corresponde al mundo interior de las personas y que se manifiesta en la historia de un pueblo, con su cultura, sus costumbres, su peculiaridad. Esto, ya lo iremos conociendo para contarlo en otra ocasión.
Pero ya adelantamos ahora, que Monleras nos ha regalado la noche del sábado, día veintisiete, organizada por el Centro Cultural "Las Mestas", la puesta en escena de la obra teatral "Pedro y el Capitán" de Mario Benedetti, interpretada por Ramón Pascual y Ángel González, dirigida por éste último. Se trata de un impresionante diálogo, verdadera tragedia humana, como otras a las que nos tienen acostumbrados los acontecimientos de la vida.
Fue muy aplaudida por el auditorio.