domingo, 28 de enero de 2007

Hacia el nuevo milenio

Queramos o no, vamos a su encuentro. Ya empiezan a vislumbrarse las cumbres de su presencia, en la lontananza de estos tres años que nos separan de él.
Ya está más cerca de nosotros el uno de Enero del año 2000, y quiera Dios que lo podamos conocer. Pues no es nada corriente que uno pueda conmemorar el nacimiento de un milenio.
Pero, ¿qué nos pide a nosotros el tercer milenio?
Todas las cosas que inauguramos son nuevas y demandan nuevos impulsos.
Cada día que llega, o cada año, o cada siglo, o cada milenio, reclaman total renovación, porque la Vida se renueva cada momento. Y cada día que vivimos es nuevo, porque son nuevas nuestras vivencias.
¿Y cómo nos prepararemos, de forma sensata y razonable para vivir este nuevo milenio que se acerca?
Sin duda, con una actitud de humildad y de agradecimiento, porque en verdad, nosotros no nos damos la vida, ni el tiempo que vivimos, sino que los recibimos, por tanto, son dones que hemos de agradecer.
Las manos que nos dan la vida, así como el tiempo para vivirla, esperan de nosotros la llenemos de buenos sentimientos, de manera que transmita a su alrededor amor y paz. Esto es una costosa hazaña que sólo se logra desterrando del corazón toda violencia e intolerancia.
Esta requiere una firmísima voluntad de hacer siempre el bien, aunque tengamos que pisar nuestros deseos. Porque el que camina a nuestro lado, blanco o negro, sabio o ignorante, participa de la vida como nosotros y le debemos toda nuestra benevolencia.
El año 2000 está muy cercano y nos pide todo esto. Vamos a dárselo. Ya desde ahora nos lo proponemos.