sábado, 27 de enero de 2007

Cultura de la tolerancia

La tolerancia, a nivel individual, nace de la necesidad que tiene la persona humana de pacificar su propio interior, ante las luces y las sombras que han de convivir en su vida. Luces y sombras que se pueden considerar como el bien y el mal que luchan por dominar su corazón.
Por extensión, esa tolerancia se debe dar en la sociedad, cuando las guerras enfrentan a los pueblos, como necesidad de un posible acuerdo que salvaguarde los mas elementales derechos humanos.
Así, la tolerancia viene a colocarse entre dos personas, o dos colectivos enfrentados. Una referencia puede ser el enfrentamiento entre Católicos y Protestantes, que en algunos lugares, la intolerancia ha llevado hasta derramamiento de sangre.
Con la democracia, se hace totalmente necesaria la presencia de este valor humano, para que se pueda dar la mutua convivencia, a nivel individual, o de partido, o de comunidad: una manera de dialogar, soportar o aguantar, lo que hay de diferente o de adverso en aquellos con que hemos de compartir la historia humana de cada día.
¿Y qué es la tolerancia?. Pienso que tiene su fundamento en el respeto que se debe a la dignidad de toda persona. La tolerancia hace que se pueda convivir pacíficamente, y permite aprender a caminar por la vida sin violencia.
La tolerancia debe llegar a todos lo pueblos, blancos o negros, ricos o pobres, desarrollados o no desarrollados y a toda la sociedad con su propia complejidad.
Ante la postura radical y la intolerancia, debe de adoptarse una actitud moderada, indulgente y de apertura a la diferencia del otro, si se quiere llegar a establecer un diálogo constructivo.
La tolerancia que, como hemos dicho, nace del respeto a los demás, nos permite escucharnos, haciéndonos cada día más humanos. Creo que la clave de la pacificación en la vida del hombre y de la mujer está, efectivamente, en que cada día vayamos madurando en nuestra propia humanización.
Por eso, una buena norma de vida será: trabajar pensando en los demás; contestar siempre con respeto; contar con los otros; no manipularlos y no buscar los propios intereses.
El hombre bueno es el que respeta y tolera la forma de pensar de los demás, a los que considera como un fin para él, y a quien debe servir y no manejar. Ir al otro para desearle el bien, para compartir el bien con él y para hacerle el bien.
No querer que el otro sea propiedad nuestra, sino buscarlo para decirle: quiero estar contigo para crear juntos mundos e ideas. Tratar entre todos de encontrar la renovación de nuestra vida, para compartirla con espiritual benevolencia. Vivir juntos el gozo y el sufrimiento; tratar de cambiar el mundo mejorándolo, para que cuando lo abandonemos haya ganado quilates de bondad.
Alumbrar caminos nuevos y más justos para todos, a fin de que el mundo sea más humano y solidario. Es bueno soñar con que las cosas sean mejores y con que seamos cada día mas tolerantes. Y cuando lleguemos a serlo con los otros, tanto como lo somos con nosotros mismos, llegaremos al amor, que es aceptar a los demás como son.
El amor nos descubre lo que antes no veíamos, por eso cada momento debe ser una novedad para nosotros.