domingo, 28 de enero de 2007

Lanjarón y sus aguas

Estuve en Lanjarón y conocí sus aguas y sus gentes, como también, un poco de su historia. A este pueblo le viene el nombre de los árabes, que lo llamaron Al-Lancharon, y quiere decir "campo de aguas saludables", nombre cuyo origen puede estar en la voz "lancha", o "manantial de agua viva y perenne". Todo esto es un legado del Al-Andalus de la España musulmana que tiene allí sus raíces mas hondas.
Lanjarón es el primer pueblo de la Alpujarra granadina. A su entrada se levanta un monumento en el que reza:" Lanjarón, Pórtico de Ia41pujarra". Está colgado de una montaña, en las estribaciones de Sierra Nevada, rodeado de un circo grandioso de lomas, con barrancos impresionantes. Abundan las quebradas, por las que se despeñan, en cascadas, torrenteras espumosas del agua. Porque Lanjarón es el pueblo de las aguas, por las que es conocido y prestigiado. Todo lo que puede ofrecer, le viene dado por sus aguas, cuya historia nace de un acontecimiento singular: Un monje capuchino que veía cómo se deterioraba su salud, hasta el punto de estar desahuciado de los médicos, bebió de uno de sus manantiales, quedando curado de sus dolencias, por lo que desde entonces el agua se llama "capuchina". Aunque también existen las aguas de la "salud" y "san Vicente".
Los tiempos recientes han hecho posible que en el pueblo haya surgido una industria de envasado de agua, una ciudad-balneario y un enclave turístico de gran afluencia.
Las aguas de Lanjarón están dotadas de propiedades minero-medicinales que son terapia y alivio para las personas que acuden allí aquejadas por enfermedades reumáticas, de las vías respiratorias o digestivas.
Las personas acuden masivamente, atraídas por la fama de aquellas aguas termales, llenando el Balneario y los hoteles, que al amparo del mismo han surgido, a lo largo del pueblo, en número impresionante.
En definitiva, que las aguas son las protagonistas de aquella prosperidad, que ha convertido a Lasaron en lugar de acogida para un turismo excepcional.
Durante mi estancia en Lanjarón me sorprendió algo que quiero contar. Se trata de un apunte cultural. Paseando yo por la avenida principal del pueblo, descubrí lo que vine a llamar "la ruta de las fuentes". Estaban colocadas todas ellas en la parte izquierda de la principal vía urbana, y desde allí mostraban al paseante lo más valioso del lugar: su agua. Pero todas ellas estaban embellecidas con un poema de García Lorca, algunos del Romancero Gitano, y otros, sueltos. Fue un regalo que yo acogía con entusiasmo y por lo que me sentía muy halagado.
Luego me enteré de que un día de mediados de siglo, el balneario de Lanjarón fue visitado por el poeta de Fuente Vaqueros y por Manuel de Falla. Sin duda los Cañoneros, que así llaman a los habitantes de Lanjarón, quisieron homenajear a Federico, reproduciendo sus poemas en aquellas fuentes de las aguas que eran lo más emblemático que poseían.